Si, usted!, regalo que me trajo la vida
con tu pasión por la flores
y las caricias siempre
desatadas en medio de las conversaciones
y tus pómulos tímidos
seda y rubí anidados en tu piel.
Y es que
las tardes se fueron, y tú
sigues allí
cuidando tus margaritas
y las noches se han dormido, descansan
para verte soñar
para tomarse de la cola de un cometa
y ser luz que guíe en tu corazón
de ser resplandor en mi sonora alma
cuando alguna hora olvidada por el tiempo
te trae hasta mi
y es que
yo siempre estoy allí
con una sonrisa para mirarte, o
una lágrima para escribirte...
Si, usted!, que adorna mis versos
con su mirada
amable y caprichosa por un guiño
pues ante unos ojos hermosos
al menos yo merecía
volverlos a ver...
Y así te miro
como se mira una tormenta en su lejanía
como se mira al cielo que se rompe
cuando en la distancia late
cuánto se siente
y se marca en el alma, sin palabras
tan solo con lo que se respira
y es lo que se traduce en el erizo de tu piel
en el deseo de volver a leer los versos
los que sabes fueron erigidos para ti.
Si, usted!, mi Dama y Señora
de mil y una brisa, de versos
teñidos de vida, de arrebatos
de luceros extinguidos sin haber pedido un deseo
de alguna mañana que floreció
cuando le declamaste.
Si, usted!, aunque la vida y el tiempo
me han quitado lo vivido
y hoy solo eres lo más grande que he tenido
y no hay duda que
eres la obra de arte que visito cada día
en la que expongo mi alma en cada verso
y te reflejas en cada amanecer...
Si, usted!, mi Bella Señora.
15/09/2016 Imagen Web
JEOM
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